Demanda infalible by Scott Turow

Demanda infalible by Scott Turow

autor:Scott Turow [Turow, Scott]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1999-01-01T00:00:00+00:00


23

El día después del soborno televisado a Skolnick, Stan se había entrevistado con la jueza Winchell y le había puesto la cinta con intención de demostrarle que Petros iba por buen camino y las acusaciones de Feaver estaban confirmándose. Su esperanza, una vez más, era que la jueza se mostrara dispuesta a autorizar la instalación de un micrófono oculto en el despacho del juez Malatesta. Siendo juez, no fiscal, Winchell se cuidó mucho de darle consejos, pero Sennett tenía la sensación de que para conseguir la firma habría bastado con especificar un período limitado, unos cuantos días en los que el gobierno estuviera atento a un hecho concreto. Por eso pidió a Robbie que lo ayudase a orquestar una solicitud de urgencia, la cual obligaría a Malatesta a acelerar el fallo. Así el gobierno podría pedir permiso para las escuchas haciendo referencia a un hecho definido.

En la lista de pleitos de Malatesta aún quedaban dos demandas falsas, pero la advertencia de Walter las hacía dormitar en la fase interrogatoria del período de presentación de pruebas. Una de ellas, Drydech contra Lancaster Heating, estaba motivada por la explosión de un calentador de gas en el establo del cliente de Robbie, que era granjero. El caso se basaba en un veredicto de otro estado, del que Robbie había tenido conocimiento a través de una publicación, y en el bufete de McManis lo llamaban «el caso pedo». La defensa prevista consistía en alegar que la combustión no había sido culpa del calentador, sino de la acumulación de metano propia de un establo lleno de vacas.

Robbie propuso crear la urgencia presentando una solicitud para adelantar la declaración de un ingeniero de la empresa, el cual, por lo visto, había avisado del peligro de explosiones en caso de que el calentador se instalara en un espacio cerrado con ganado. El juez estaba obligado a acelerar su fallo al máximo, por hallarse el ingeniero enfermo de gravedad y en rápido proceso de empeoramiento.

Una vez redactado el escrito, Robbie y Evon fueron al juzgado para cursarlo e ir a ver a Walter. El punto de partida para la instalación del micro sería una conversación similar a la del caso Peter Petros, en la que Feaver haría saber a Wunsch que el resultado del pleito dependía del fallo de Malatesta. A partir de entonces el gobierno permanecería atento a la transmisión del dato por Walter al juez, y a la reacción de Malatesta.

Llegaron cuando Walter ya estaba en la sala, ultimando los preparativos de la audiencia de las dos. Iniciada esta, Robbie lo tendría muy difícil para sostener una conversación con él. Galoparon, pues, por el pasillo. Al cruzar la puerta giratoria en pos de Robbie, Evon estuvo a punto de derribar a un hombre el doble de alto que ella, cuya presencia en el juzgado le resultó familiar. A juzgar por su aspecto debía de ser policía o alguacil. El hombre escuchó sus excusas con cara de incredulidad, no tanto por enfado (supuso Evon) cuanto por lo inusual de que una mujer le propinara semejante batacazo.



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